(5)🌱 Raíces que se renuevan

Raíces que se renuevan: metodologías en movimiento

Como he dicho en otras entradas, creo que no todo lo que sustenta la vida es realmente visible, sino siempre habrá algo que va más allá. Al caminar por un bosque, bajo nuestros pies, las raíces se entrelazan, se adaptan al terreno, buscan el agua donde antes no había, e incluso se comunican en silencio para sostener lo que vemos en la superficie. Así es como metafóricamente puedo entender hoy las metodologías en educación, como ese sistema de raíces que no siempre miramos con atención, pero que condiciona absolutamente el crecimiento de todo lo demás.

Cuando escuché hablar por primera vez de los cambios metodológicos que propone la LOMLOE, resonaban términos como "aprendizaje competencial", "situaciones de aprendizaje", "interdisciplinariedad" o "enseñanza centrada en el alumno", repitiéndose tanto que sim embargo a veces incluso sonaban vacíos, una etiqueta más que se incluye por estética pero que carece de significado fuera de la redacción. Pero al ir entendiendo su sentido, conectándolos con experiencias reales, empecé a ver la intención de apostar por esas palabras: cambiar la forma en la que entendemos la enseñanza y el aprendizaje. Cambiar el bosque desde las raíces.

Y es que la LOMLOE no solo nos propone contenidos nuevos, sino que busca un giro en cómo se aprende, pues pide que nos alejemos de las clases magistrales centradas en el profesor y que apostemos por una enseñanza más activa, más viva, donde el alumno construya sentido a partir de experiencias significativas, como la imagen de una semilla que no crece si solo la dejamos expuesta al sol sin tierra, sin agua, sin estímulo. Necesita estar implicada en su propio proceso.

Durante una de las sesiones de clase, hablamos sobre cómo las técnicas didácticas pueden ser ese terreno fértil que facilite un aprendizaje auténtico. No basta con cambiar los nombres de las unidades didácticas o añadir actividades “llamativas”. El reto está en transformar la lógica desde dentro: en pensar en situaciones reales, conectadas con la vida, que permitan a los estudiantes actuar, decidir, equivocarse y volver a intentarlo. En la asignatura de otro profesor, hablabamos de "dinámicas de grupo" como una "muletilla" que siempre se dice para quedar bien, pero que realmente ni se llevaban a cabo ni éramos, en muchos casos, poner ejemplos más allá de la propia palabra que habíamos aprendido.

Y es que, a través de metodologías activas como el aprendizaje cooperativo, el trabajo por proyectos o la gamificación, podemos construir una escuela donde aprender no sea memorizar, sino experimentar.

En clase dijimos también una frase sobre esto con la que no puedo estar más de acuerdo:

 “Enseñar no es llenar una mochila, sino preparar a alguien para que sepa orientarse en el camino”. 

El verdadero reto, sin embargo, creo que no consiste en incluir como tal estas dinámicas o metodologíass, sino en no perder el norte, y en tener presente el objetivo que buscamos, porque es fácil caer en la trampa de aplicar nuevas metodologías sin revisar el fondo, y hacer un mural, una presentación o una dinámica no garantiza que el alumnado esté aprendiendo si no hay detrás una reflexión pedagógica clara. Creo que por eso la LOMLOE insiste en la planificación desde situaciones de aprendizaje que conecten con las competencias clave, que respondan a contextos reales y que promuevan aprendizajes transferibles. No aprender por aprender, sino aprender para la vida, para lo práctico, para algo útil que nos forme como personas.


Y ya no se trata solo de que el profesor enseñe, sino de que el aula se convierta en un espacio donde todos podamos crecer, donde el docente es guía, pero también aprendiz; donde cada estudiante es parte activa del bosque. Un bosque diverso, en el que cada especie necesita algo distinto para crecer y florecer.

Ahora bien, ¿es fácil este cambio?
 
Completamente, no, porque implica tiempo, formación, coordinación con otros docentes, y sobre todo, un cambio de mentalidad, pero también implica una escuela más humana, más flexible, y más conectada con el presente.

Personalemte, yo misma todavía no tengo claro cómo lo haré cuando tenga mi propia aula, pero sí sé que quiero formar parte de esa transformación. Quiero trabajar en una escuela donde no enseñemos solo contenidos, sino también formas de pensar, de sentir, de convivir. Donde la metodología no sea solo una técnica, sino una postura frente al aprendizaje.

Y quizás sea por eso esta metáfora del bosque me ayuda tanto, porque en un bosque sano, cada planta encuentra su lugar para crecer. No todas al mismo ritmo, no todas con la misma luz, pero todas tienen un papel, y en la escuela, del mismo modo, deberíamos aprender a mirar así a nuestros alumnos: como seres en proceso, con raíces, con potencial, con historias distintas, con caminos diferentes hacia un objetivo común del que poder partir nuevamente una vez más, renovando nuestra propia esencia como seres humanos.

Es por ello que educar hoy, bajo el marco de la LOMLOE, es asumir que la metodología ya no puede ser uniforme, que necesitamos nuevas raíces, más diversas, más profundas, y más vivas, y eso al menos para mí, es un camino que merece ser recorrido, aunque a veces no sepamos con certeza hacia dónde nos llevará  :)

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