(1)🌿Trueque de saberes: cuando la escuela se organiza para crecer


Reflexionando sobre la experiencia educativa, he llegado a la conclusión de que hay momentos en los que aprender se parece más a caminar por un bosque que a sentarse en un aula. Si lo piensas, uno entra sin saber exactamente qué espera encontrar, simplemente se deja guiar por los senderos, y a veces, en los claros donde se filtra la luz, descubre que no está solo, pues a pesar de ser protagonistas de nuestra propia experiencia, a nuestro alrededor la compartimos con personas que nos acompañan, tanto compañeros como los profesores que nos guiarán simbolizando esa luz, pero que de igual modo nos enseñarán durante el tiempo que compartamos mucho más que contenidos educativos, pues todo se resume en un intercambio de conocimientos y experiencias. Así  fue, al menos, cómo sentí la sesión del "trueque de saberes", como un paseo compartido en el que cada uno aportaba algo nuevo a la mochila del otro.

El tema de la organización y gestión escolar, a primera vista, no parecía el más inspirador, y admito que cuando lo vi en el programa me pareció algo más técnico e incluso lejano para mí, pues lo primero que pensé fue en que eso, como futura docente, no me correspondería, puesto que para ello estaría el equipo directivo y los organizadores de centro, que se encargan del papeleo y de la organización en general mientras los profesores nos dedicábamos a dar contenidos. Pero estaba equivocada, y al escucharnos unos a otros en clase, compartiendo lecturas, observaciones y vivencias, me di cuenta de que este tema nos atraviesa más de lo que creemos. La escuela, como el bosque, tiene una estructura: árboles, raíces, rayos de luz, sombras, vidas interdependientes… y conocer cómo se organiza un ecosistema nos ayuda a entender cómo crece, y por lo tanto a cómo lo podemos mejorar.

Entonces... ¿Son una cuestión de estructuras?

Una de las ideas que más me sorprendió al profundizar en el tema fue darme cuenta de que la gestión escolar no es solo una cuestión de normas, horarios o reuniones. Es mucho más. Tiene que ver con cómo se toman decisiones, cómo se distribuyen las responsabilidades, cómo se comunican entre sí los distintos miembros de la comunidad educativa. Y, sobre todo, cómo se construyen relaciones de confianza, respeto y colaboración, pues el éxito o el fracaso de cualquier centro, sea o no del ámbito educativo, tendrá su base en la organización de estas relaciones entre los integrantes del equipo.

Es por ello que podemos entender la escuela como un todo vivo, siguiendo con el hilo del blog, como si fuese un ecosistema natural que necesita equilibrio para funcionar, pues no basta con que cada parte haga lo suyo, sino que tienen que estar conectadas. Un mal liderazgo, una comunicación débil o una falta de participación real, por nombrar algunos factores, pueden generar el mismo efecto que una raíz débil, y poco a poco, todo el árbol lo nota.

Pasando de la teoría a lo cotidiano, lo organizativo en educación no es solo quién coordina o cuántas reuniones hay, sino que tiene que ver con cómo se vive el día a día en un centro, cómo se toman decisiones, y cómo actúan y se comunican en general todos los miembros de la comunidad escolar, y es que en clase dijimos una frase que me gustó mucho, personalmente, relacionada con este tema, y que ha sido la que ha introducido además el hijo conductor de este blog en el que me acompañáis, por ello esta es además la primera entrada.

"La escuela es un ecosistema, un organismo vivo, no un simple engranaje de funciones".

Al recordar experiencias pasadas, además, entendí que muchas de las cosas que como alumnos nos hacían sentir bien o mal a menudo dentro del colegio tenían que ver precisamente con esto mismo, con la organización, pues se daban infinitas situaciones que de una forma u otra se reflejaban o condicionaban nuestro aprendizaje, como cuando una profesora no podía tomar decisiones sobre sus propias actividades por estar "atada" a normas absurdas del centro, porque el equipo directivo actuaba como si el centro fuera una empresa y los docentes simples empleados sin voz ni opinión, o cuando, por el contrario, se respiraba respeto, coordinación y ganas de construir juntos, tanto que incluso nosotros como alumnos no éramos conscientes o no teníamos tan presentes quién era el director y quién un profesor más, pues estaban igual de implicados y de colaborativos en cualquier actividad común que se organizaba. Esto es importante además de tener presente, pues más allá de las relaciones que se puedan construir entre los adultos como trabajadores, para bien o para mal, lo que estos reflejen será además el ejemplo o figura para los alumnos, marcando una diferencia tanto en el ambiente de trabajo que ellos adquirirán entre compañeros como en el trato y el respeto que se tengan entre ellos.

De ahí pasamos a la siguiente idea: llevar a cabo una gestión que cuida, no que impone.

Esto es, pensar en la gestión escolar no como algo rígido o autoritario, sino como una forma de cuidar lo común como quien cuida un jardín, pues no puedes obligar a las flores a crecer, pero puedes preparar la tierra, darles agua, protegerlas del viento, y acompañarlas en su desarrollo alegrándote de ver los resultados de vuestro trabajo. La buena gestión no se nota porque alguien grite más fuerte que el resto, o que se establezcan ideas indebatibles, sino porque permite que todo funcione sin que se rompa el equilibrio, y con ello hablamos también de los distintos modelos de gestión, que como podréis intuir, pueden ser ligeramente más jerárquicos, más participativos, con mayor autonomía o más burocratizados. En mi opinión, me quedo con que no existe un único modelo perfecto, pero sí que podemos identificar los pros y contras de cada uno, y aprender a identificar cuándo es adecuado utilizarlos, o incluso combinarlos, según el objetivo común. Pues de eso se trata, de mirar por la organización conjunta, gestionar los conflictos que surjan, y reflexionar sobre los aspectos y espacios para innovar, opinar, o incluso equivocarse, pero manteniendo el foco en el objetivo común, en este caso, sacar adelante el centro de la mejor manera posible en conjunto.
El resultado final, tratándose también de adaptarse unos a otros en cuanto a propuestas y limitaciones, podemos relacionarlo con este fenómeno que se produce en las copas de algunos árboles, donde "trabajan" (evolucionan) en conjunto a diferentes situaciones como la dirección del sol o la fuerza del viento, adaptándose unos a otros en cuanto a forma para convivir, pero sin interferir o imponerse sobre el resto, pues a pesar de conseguir el resultado que mejor les conviene ante la situación, nunca llegan a tocarse.

🍂 Lo que no se ve, también organiza

Otra parte muy interesante de esto es la idea de la cultura institucional, aquello que no aparece en los horarios ni en los documentos de organización, pero que también define el ambiente de una escuela: el “clima” del centro, las pequeñas normas no escritas, cómo se acoge al alumnado nuevo, cómo se reciben las críticas, si se siente miedo a hablar o ganas de colaborar.... 

Esa cultura, como las raíces de un árbol, no siempre se ve, pero también forma parte de lo que sostiene todo lo demás, y creo que muchas veces, para cambiar una escuela, no basta con modificar su estructura, sino que tiene la misma importancia trabajar en su cultura, en sus valores, en las relaciones entre quienes la habitan, y lamentablemente es algo que a menudo se olvida, pues eso no se hace con leyes ni decretos, sino con diálogo, con tiempo, y con una gestión que mire más allá de los papeles.

Por último, para terminar la entrada, como estudiante y como persona que forma parte de una comunidad, me gustaría en la futura escuela en la que forme parte hacer sentir a las personas que forman parte de algo valioso, una escuela donde se escuche y se cuide a todos, alumnos y profesores, por igual, y donde la gestión no sea un obstáculo sino un puente a mejorar la comunidad. Sé que eso no depende de mí, pues como hemos dicho , se trata de una visión y esfuerzo conjunto, pero también sé que todo empieza por saber mirar, por hacerse preguntas y no dar por sentadas las cosas, y por ser conscientes de todo lo que nos rodea, y entender a aquellos que nos acompañan. Es por ello que esta primera parada en nuestro bosque me ha parecido tan importante, no solo para entender la estrucutra, sino para imaginar cómo podría ser distinta, pues la organización escolar no es ni mucho menos un tema técnico, o asignado a roles o cargos como decía al principio, sino que que se trata de algo única y profundamente humano, que aunque se forme poco a poco, se trata de un acto consciente.

Y en este bosque que apenas estamos empezando a explorar, me entusiasma pensar que podemos ser algo más que visitantes, pues quién sabe, quizá podamos ser también sembradores de nuevos caminos... ;)❀






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